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Acción Popular y el desafío de hacer Perú (página 2)



Partes: 1, 2, 3, 4, 5

De la prédica a la acción
en la política

Después de leer Acción Popular y el
desafío de hacer Perú,
de Mesías
Antonio Guevara Amasifuen, diré que se trata de un
discurso
político elaborado por un político, en orden a
señalar –sobre todo– la responsabilidad constructiva de un partido
político que habiendo surgido en los años Cincuenta
del siglo XX se apresta a enfrentar su quehacer presente y
futuro.

Mi comentario va por el camino del análisis socioantropológico del
conjunto de reflexiones contenidas en el texto. Para
empezar, es destacable la significación que este tipo de
esfuerzo tiene en cuanto a la construcción de democracia en
nuestro país, que en muchos sentidos no ha logrado hacer
de éste el principio activo poderoso de la vida social
(Giddens 2000). El desafío de hacer Perú es
también una cuestión de democratizar la democracia,
y así lo comprende Mesías en esta su
contribución al fomento de la cultura
cívica nacional.

Aunque su intención fundamental sea la de presentar una
concepción político partidaria definida,
interpretándola a la luz de una
experiencia personal y de los
requerimientos de una realidad cambiante, la propia
formación del autor le permite en ciertos momentos pisar
el terreno de cuestiones de orden tecnológico más
que técnico. Piensa como político en cuanto a los
fines y como tecnólogo en cuanto a los medios.
Quizá por eso mismo le es posible ir con naturalidad de la
prédica genérica a la especificación de los
cambios que a su juicio se requiere y de los medios más
apropiados para realizarlos.

El contenido se hace visible en el sumario, y la obra cumple
con desmenuzar las implicaciones del desafío de hacer
Perú. El Perú, o mejor, el hacer de esta entidad
una Patria Grande es el leiv motiv del trabajo. Se
nos muestra que
existe un reto y que frente a él se sitúa una
organización política que
visualiza las características de este reto, y que dispone
de un marco doctrinario como sustento de su compromiso de
acción. El mensaje y argumentos esgrimidos se articulan
para establecer que los planteamientos originales de
Acción Popular están vigentes, por lo mismo que la
problemática central que le dio origen se mantiene en el
Perú de hoy.

Mesías trajina por la historia y revive el
nacimiento de AP al que considera un instrumento de acción
nacional, señala sus fundamentos ideológicos y el
modo en que una noción del Perú se erige en cuerpo
de doctrina política. Desde luego que en Acción
Popular el espíritu de su fundador es parte de su
sprit de corps; la palabra vida y obra del arquitecto
Belaunde conservan su peso inspirador y visionario, por eso puede
decir con justicia que
Belaunde vive, no sólo para los militantes de su partido
sino para la pléyade de pueblos que recuerdan su presencia
animadora.

Evoca el autor, con diligencia, el pasado partidario que puede
considerarse latente, buscando activarlo en función de
una tarea trascendente, la de hacer Perú, es decir la de
construir una Patria Grande. El pasado partidario corresponde a
memorias
compartidas, los escritos del líder
fundador, de otros intelectuales
del partido, y la reconstrucción de diálogos con
los partidarios y simpatizantes. Los distintos actores sociales
contribuyen a configurar una imagen que se
sostiene en el tiempo y que
puede constituirse en un repositorio de identidad e
identificación. Así el sentido del pasado
partidario es parte de una estrategia de
vigencia y actualidad.

Quizá faltó insistir en el hecho que la
actualización de la memoria
debe ir también de la mano con la condena del olvido
social, trayendo al recuerdo lo positivo y negativo de la
experiencia histórica, sobre todo de los partidos
vigentes. Subleva el hecho que fácilmente se premia a los
responsables del desbarajuste y la bancarrota con el voto de la
segunda oportunidad. Habría que aplicar el dicho popular
según el cual "gallina que come huevo, lo hará de
nuevo aunque le quemen el pico". Pero al menos habría que
quemar el pico de los políticos corruptos. Mesías,
sin embargo, ha preferido levantar una plataforma sobre la
decencia propia antes que sobre el estiércol ajeno y esa
es una decisión ponderable, cuando se quiere elevar el
nivel del debate
político.

Sobre la base de la doctrina y del conocimiento
de la realidad nacional, encuentra elementos que piensa vitales
para inspirar la acción. En esto y en una visión
optimista del futuro, así como en una confianza y
valoración del peruano reposan sus prédicas
actuales. Desde afuera, es natural que se pueda formular
preguntas para las cuales no encontremos respuestas en este
discurso:
¿Qué lecciones deberíamos esperar de la
autocrítica a que tengan que someterse los partidos
políticos en este tiempo? ¿Cómo
democratizar las estructuras
partidarias? ¿Cuáles son los modos de hacer que la
política sea sensible a la diversidad cultural y el
fortalecimiento de la ciudadanía? ¿Cómo abrir el
camino para definir un proyecto
nacional? ¿Cómo restablecer el imperio de una
majestad constitucional? y podría continuar buenamente una
larga lista de cuestiones pendientes; no obstante, habría
que convenir que ellas sobrepasan los límites
que se ha señalado el autor y que, seguramente, ameritan
el concurso de un concierto de voces dentro
de la propia organización política y desde otras
tiendas democráticas.

Me atrevo a opinar que los planteamientos centrales, que
conciernen a la aprehensión de los nexos entre los
intereses individuales y sociales, la recuperación de
los valores y
los mandatos ancestrales legados por la
historia, que a algunos puede sonar a ficción o
utopía arcaica, tiñen de un humanismo
pragmático el pensamiento de
Mesías Guevara, y esto habría que verlo
también como una forma válida de acercar el
discurso ideológico a la realidad, para construir un
modelo que no
desdeñe los hechos cotidianos y las visiones del mundo con
que éstos se procesan. Como alguna vez dijo un maestro
mío, no se trata sólo de admitir la vigencia de
sanos principios
sociales, sean estos éticos, socioeconómicos,
socioculturales y/o político administrativos, sino de
hacer que los conciudadanos intuyan la esencia de los mismos y se
dispongan a encarnarlos por considerarlos justos y hallarlos en
armonía con sus propios fines (Castillo 1957: 15).
Conseguir esto puede ser sumamente difícil, pero
Mesías cuenta con argumentos nada desdeñables:
Formular respuestas colectivas para afrontar el futuro, restaurar
la confianza y renovar la esperanza ciudadana, hacer de la
honestidad el
fundamento de la credibilidad política.

"La incertidumbre significa condiciones en las cuales los
individuos no pueden encontrar una norma para guiar sus
reacciones. No pueden asimilar fácilmente su
condición presente a alguna situación semejante en
el pasado y utilizar ese precedente para formular un plan de
acción" (Bailey 1970: 91). Una idea de este tipo impulsa
el discurso de convencimiento, que en este texto se juzga debe
ser inspirador de confianza y esperanza para los conciudadanos.
La manera de tomar el toro por las astas es, en este caso,
repensar la identidad de la
organización (es decir reflexionar sobre ella),
qué es Acción Popular, qué ideas sustantivas
aporta a la lectura de
la realidad nacional, y qué es lo que propone para hacer
del Perú una Patria Grande.

No hay duda que Mesías Guevara se muestra como
político por vocación, convincente en los
términos generales de su argumentación. Incluso la
frase que dice "El ayer habla al ahora" y su idea respecto a que
podemos aprovechar formas eficaces y eficientes de hacer las
cosas, que provienen de la experiencia histórica, no se
limitan a colocar el discurso en la línea doctrinaria de
su partido, sino que hacen de la tradición algo más
que una sombra acompañante de la modernidad, un
rasgo de identidad necesario para posicionarse en la realidad y
actuar sobre ella. De esa tradición que es un capital
cultural para el desarrollo,
rescata en particular el esfuerzo colectivo y la reciprocidad
andina que permitieron desarrollar obras que hoy mismo asombran
al mundo por su magnitud y excelencia, pero también el
mandato ancestral que reposa en la tradición
planificadora.

Así se entiende que el sentido previsor del Estado
–a juicio del autor– deba plasmarse principalmente en
un esfuerzo consciente y sistemático de planificación del desarrollo
socioeconómico global del país, de modo que todos
sepamos cómo organizarnos, a qué clase de
problemas
dedicarnos y con qué estrategias,
medios y recursos podremos
atender las soluciones
previstas. De no ser así –digo yo– podemos
tener buen viento, una nave quizá sólida, pero
iremos al garete. El rumbo del país debiera ser un rumbo
compartido, nuestra nave debe ir a buen puerto, a donde los
peruanos queremos llegar y no a donde algunos quieran llevarnos.
Ahí está el reclamo de Mesías Guevara sobre
la participación plena de los ciudadanos y sobre la
acción apropiada y decidida de sus espacios de diálogo,
como pudo ser la Mesa del Acuerdo Nacional de haber contado con
la voluntad política de sus integrantes y del partido
ahora ubicado circunstancialmente en el gobierno.

Creo que Mesías Guevara se posiciona en las tareas de
un verdadero líder, de la manera en que éstas son
entendidas por Bailey. Por un lado, reafirma los postulados de su
partido para enfrentar los retos actuales y futuros del
país; por otro, piensa sistemáticamente en el
mantenimiento
de la militancia y en la necesidad de su recuperación y
crecimiento sobre la base de una dignificación de la
política que le haga merecedora de confianza y
credibilidad. En este sentido, los rápidos trazos de la
memoria
reciente que logra Mesías Guevara exultan convencimiento
ideológico, pero no un convencimiento estático sino
reflexivo, orientador, pedagógico. No está
demás decir que el autor del libro que
comentamos, pese a su juventud,
tiene una vida saturada de praxis. Vemos
que ha vivido tiempos de realización, coincidentes con
el aprendizaje
político en el escenario familiar, la vida juvenil,
así como en la aventura intelectual universitaria y
profesional; pero, también logra procesar positivamente
las vicisitudes y contrastes de campañas adversas y menos
afortunadas. Nada parece haber mellado su fe en los altos
designios de la Patria, en el papel de la participación política responsable
y, sobre todo, en el sistema
democrático como marco de vida. Así pues,
pensamiento y acción van de la mano y avalan la claridad y
franqueza con que expone sus ideas.

Lejos de una mera nostalgia por los valores
perdidos, encontramos a un hombre que
ratifica en todo instante su confianza en las conquistas que
supuso el establecimiento de la familia,
como institución clave en la reproducción social. Me recuerda a un
José de San
Martín dirigiéndose a su hija Mercedes o un
Matthias Claudius "Asmus", célebre poeta alemán que
escribe un bello testamento literario a su hijo, ambos personajes
intersectando los siglos XVIII y XIX. En tanto que a
Mesías Guevara le ha tocado articular, en su rol familiar
y en la de actor político, los vientos, fragores y
sentimientos de un siglo XX que se fue y un XXI que no acaba de
llegar. Si recogemos los valores esencialmente humanos estaremos
seguramente a mejor resguardo de la anomia y la incertidumbre,
igualmente indeseables.

El Perú como Doctrina, asumido como el camino hacia las
entrañas del territorio conduce al conocimiento de la
patria y su permanente redescubrimiento. No está dirigido
exclusivamente a sus correligionarios, los acciopopulistas,
más bien se interesa en el ciudadano en general,
frustrado, para tratar de contagiarle su entusiasmo que no es una
esperanza utópica sino un convencimiento fundado en
el
conocimiento de los valores.

Conoce Mesías Guevara el poder de la
artillería pesada con que se mueven los adversarios
ideológicos, en particular de aquellos que piensan primero
en proteger sus intereses personales, la mayor parte de las veces
alejados de cualquier función social. Critica la venalidad
y corrupción imperantes al interior de la
burocracia
pública, aunque su mayor preocupación gira en
torno a la
debilidad moral del
tejido social en su conjunto.

Su trabajo es un homenaje a la ejemplaridad de vida que
significa la figura del dos veces presidente constitucional de
la
República, el arquitecto Fernando Belaunde Terry. Su
texto es una convocatoria a la unidad, a la necesidad de no
arriar banderas, de no transigir cuando se trata de defender la
moralidad en
el manejo de la cosa pública, y no menos importante, a
devolver la esperanza mellada en años de hegemonía
neoliberal que han pauperizado a las mayorías
nacionales.

Remembranzas particulares motivan en el autor las jornadas que
sumó acompañando a Valentín
Paniagua, quien luego de actuar como Presidente de la
República en un período de transición
democrática, lanzó su candidatura para un nuevo
período de gobierno constitucional. Esta vez, no es tanto
la admiración al líder visionario, cuanto al
líder consecuente, quizá cauteloso, pero consciente
del sacrificio político que le demanda su
partido. Llegan a llenar plazas, pero quizá es mayor la
buena voluntad, los esfuerzos individuales que la
operación de un aparato partidario frente a medios de
comunicación que le retrechan el acceso.

Es destacable y realista que en una democracia fuerte se
acentúe la interdependencia entre la acción del
Estado y de la opinión
pública (Ames et al. 2001). En estos tiempos importa
mucho que la ciudadanía no sea burlada, que sus
preferencias electorales no sean manipuladas con ofertas
irresponsables o simplemente con la farsa. Habrá que
enrumbar hacia formas cada vez más contundentes de
control
ciudadano. Alguna vez la institución de la revocatoria
debería llegar hasta los intocables. Es un vacío
que se echa de menos en el discurso y reflexiones de
Mesías. Pero quizá, para llegar a ello, tenga que
discutirse antes cómo asegurar que el manejo de la
información en los medios de
comunicación no sea copado por los grupos de poder y
evidentemente tampoco por el Estado. Los
medios genuflexos o aprovechados deberían ameritar algo
más que una responsabilidad penal o civil pecuniaria, lo
mínimo esperable sería la devolución de los
medios corruptos para su uso en consonancia con el
espíritu democrático que no sólo es libertad de
pensamiento y de palabra sino fundamentalmente de acceso sin
exclusiones.

Ciertamente, el quehacer nacional, la construcción de
una Patria Grande, es una cuestión que va más
allá de las fronteras territoriales. En un mundo
globalizado con mayor razón, pues cada día se van
estructurando nuevos centros de poder y las posibilidades de
reconocimiento o de existencia misma dependen de las redes de cooperación
que puedan hilarse. Con la experiencia que le dio haber postulado
a un puesto en el Parlamento Andino con una votación que
en el huayco de otras filas lo habría llevado ya a altas
responsabilidades, Mesías trata con cierta
sistemática lo que puede ser un programa de
trabajo desde el seno de la Comunidad
Andina de Naciones.

Si hubiera alguna duda sobre la existencia de su partido,
reducido es cierto por los resultados más recientes de las
contiendas electorales, ésta se disipa con el recuento
histórico, con la capacidad de renovación que se
insinúa en el propio seno organizacional. Mesías
enarbola una promesa que flamea en el mástil de su
ética
partidaria y en la coherencia de sus principios doctrinarios.
Hacen falta muchos mesías en esta tierra de
Dios, porque somos mortales y porque naturalmente las
transformaciones sociales más que una inspiración
individual son obra colectiva.

Se intuye que el autor de este libro ha decidido sumarse a la
conducción partidaria del instrumento que considera
adecuado para la realización social de los peruanos. Sus
tareas están claras: fortalecer la organización
partidaria democrática, articular el currículo partidario con una plataforma
coherente acorde a las características de una sociedad en
transformación, procesar una lectura del
contexto intercultural de la nación,
proyectar una imagen de honorabilidad, decencia y hombría
de bien. Por otra parte, la dosis prescriptiva de su discurso es
un pronunciamiento contra la falsedad, la simulación
y el doble juego
político, traducido en el "A Dios rogando y con el mazo
dando". No hay decencia en la sinvergüencería de
quienes hacen, por un lado, un discurso de defensa de los
derechos
jurídicos del país y, por otro, no tienen empacho
alguno en enajenar los recursos estratégicos de los
peruanos de hoy y del mañana. Si entendemos el mensaje de
Mesías Guevara, convendremos que este tipo de comportamiento
político no puede ser confundido con cualquier aparente
habilidad de un estadista negociador, no, porque de hacerlo se
incurre en condescendencia cómplice y en una despreciable
práctica sadomasoquista que se desprende de cualquier
alineamiento con los ofensores de la dignidad
humana.

Tras el descalabro mundial de las propuestas neoliberales,
conviene quizá volver los ojos a planteamientos humanistas
como el Estado de servicio a que
se refiere Mesías Guevara. El Estado no puede limitarse al
papel de observador sino que le corresponde reivindicar su
responsabilidad promotora y garante del bienestar colectivo, de
la justicia y la equidad.

Con todo derecho muestra los programas que AP
desarrolló desde el gobierno y que se sustentan en los
principios del Perú como doctrina, pero al mismo tiempo
cumple con señalar las tareas que considera pendientes.
Sin explicitarlo, Mesías Guevara adelanta los elementos
que irán
remozando el discurso político partidario. La lealtad a
los principios no debería fungir de anclaje en la
fosilización, para esto seguramente las mentes
lúcidas del partido y las bases dinámicas
aconsejarán la mejor manera de hacer que la
tradición sea capaz de explorar sus propios
límites, a la luz de una racionalidad que se recrea bajo
nuevas reglas de juego.

No podemos menos que esperar se produzcan otras lecturas,
suscitadas ojalá por los planteamientos contenidos en
Acción Popular y el desafío de hacer
Perú.
Habrán muchos que los compartan
plenamente, otros quizá los encuentren ajustados en parte
y, es probable que algunos lleguen a discutirlos. Lo penoso
sería que tal no se produzca, porque ello
implicaría esterilidad, aunque –por lo que a
nosotros respecta– podemos dar fe que este texto tiene un
contaje generador semejante al de las lluvias que anuncian la
llegada del tiempo de la siembra y anticipan la generosa cosecha
que tendrá lugar. Los hombres y mujeres de la tierra, los
que pensamos que es posible un desarrollo con identidad cultural,
celebraremos ambos acontecimientos.

Rodolfo Sánchez Garrafa(

Referencias

AMES R., BERNALES, E. et al

2001 Situación de la Democracia en el Perú
(2000-2001
). IDEA/PUCP, Lima.

BAILEY, F.G.

1971 Las reglas del juego político. Tiempo
Nuevo, Caracas.

CASTILLO M., Daniel

1957 Fundamentos y formas de la Educación
Cívica
. H.G. Rozas S.A., Cuzco

GIDDENS, Antonio

2000 Un mundo desbocado. Taurus, Madrid.

Introducción

La Patria nos exige respuestas colectivas para afrontar el
futuro. Escuchar su llamado implica que los hombres y mujeres del
Perú pensemos en la problemática del tiempo que
vivimos, con el propósito de encontrar soluciones que
beneficien al país. En otras palabras, es indispensable
tener la convicción de ser protagonistas de los cambios y,
asimismo, ser capaces de plantear las reformas que necesita
nuestro orden social.

Fernando Belaunde Terry fundó Acción Popular. Lo
hizo pensando en las grandes mayorías, a las que
decidió dotar de un instrumento político que
hiciera posible su realización social. Puso así una
organización al servicio de la democracia y un ideario
como faro que alumbrase la búsqueda incesante de
oportunidades para todos.

Cierto que el camino a seguir es largo, duro y agreste; sin
embargo, en el Perú como Doctrina, pensado por el
Arquitecto del Perú, encontramos la fuente de
inspiración y la fuerza moral,
que nuestros corazones e inteligencias requieren para seguir
adelante, libres de temor y plenos de esperanza.

Acción Popular, ha transitado y transita consecuente
por el diario quehacer de la política nacional; por eso es
un partido rico en historia, ideología, militancia y numerosos
simpatizantes, lo cual hace que se constituya en la esperanza
democrática de miles de peruanos, seguros de contar
con la organización que mantiene firmes sus convicciones y
la conciencia de las
tareas que conducen hacia el desarrollo.

Estoy absolutamente seguro que
quienes seguimos el pensamiento de Fernando Belaunde Terry
contamos con la fortaleza espiritual y moral necesarias. Estamos
en un constante aprendizaje y,
por tanto, crecemos profesional, intelectual y
políticamente. Compartimos el noble ideal de constituirnos
en base sólida de nuestro Partido y de contribuir a la
afirmación de su protagonismo en la historia nacional.

A través de AP, nos ponemos a disposición de
nuestra Patria, y salimos a predicar el ideario de Acción
Popular, recorriendo pueblo a pueblo el territorio nacional, tal
como lo hiciera Fernando Belaunde: dialogando con el pueblo en
plazas, auditorios y foros y proclamando por doquier que hay
esperanza. Nuestro mensaje es irrefutable: Perú, el
país milenario, es dueño de su futuro. Por lo
tanto, reafirmamos nuestro compromiso de seguir al lado del
pueblo peruano, en los tiempos de dureza y de crisis, en los
tiempos de reflexión y de cambio, de
correctivos y de propuestas, porque es necesario restaurar la
confianza y renovar la esperanza en un futuro mejor.

El pueblo no desea más pisco, baile o butifarra, sino
credibilidad. Y la honestidad es fundamental para ello. Vamos a
luchar para renovar la esperanza. Es imprescindible hacer que la
sonrisa inocente de los niños
perdure a través del tiempo; tenemos que asegurar una vida
digna y segura para todos, de modo que nuestros ancianos no
tengan que seguir acuciados por el temor de que el hambre o la
injusticia hagan presa de sus proles.

El Perú como Doctrina, y las propias obras realizadas e
inspiradas por FBT, constituyen la fuerza motriz que nos impulsa
a seguir recorriendo el país con la frente en alto, por
caminos y sendas que vinculan los más distantes pueblos de
costa sierra y selva. Esta tarea es por demás
gratificante. En nuestro peregrinaje encontramos –no pocas
veces– inscrita en paredes, labrada en piedras, o tallada
en paneles de madera, la
frase histórica "El Pueblo lo Hizo". Por lo demás,
hemos sido también testigos de excepción, en
asambleas comunales diversas, de cómo el pueblo decide y
prioriza sus obras, unas veces es el camino, el canal, otras la
plaza, la antena parabólica, la cabina de Internet o la
hidroeléctrica. Al final, nuestros hermanos y hermanas del
Perú cogen la lampa con orgullo, y su entusiasmo nos hace
exclamar con fervor y pasión: ¡¡Mientras
exista una lampa existirá un correligionario!!

El Perú como Doctrina, sin lugar a dudas, es el camino
hacia las entrañas del territorio. Asumir este ideario nos
compromete y conduce a conocer y redescubrir la Patria,
enseñándonos a amarla, teniendo siempre presente
que –por sobre todo– el Perú está
primero.

Mesías Guevara

I.

Nace Acción
Popular: Instrumento de acción nacional

Acción Popular nace a la política nacional con
los mejores auspicios. En su Primer Congreso Nacional Ordinario
(1° de junio de 1957), se aprueba el Ideario del Partido y su
Declaración de Principios, cuyo texto empezaba así:
"Acción Popular es un nuevo estado de conciencia
colectiva del pueblo peruano; es una fuerza viviente que traduce
la inquietud de nuestra época y una permanente posibilidad
de renovarse y adaptarse a lo que la colectividad demanda. Como
articulación de una nueva generación peruana, es un
partido definidamente democrático, nacionalista y
revolucionario".

El Ideario contiene grandes ideas-fuerza que revolucionaron la
concepción política e ideológica del
país. Redescubre para nosotros, los peruanos, el orgullo
por nuestra historia milenaria y, sobre todo, expresa la
esperanza de un futuro mejor, en el que hemos de plasmar la
sociedad justa y solidaria que anhelamos. Hoy, podemos decir con
profunda convicción que nuestro primigenio ideario sigue
sustentando nuestros actuales lineamientos de acción, y
que sus ideas-fuerza permanecen vigentes:

  • El Perú como doctrina.

  • La emancipación alimentaria.

  • Agua y tierra, binomio de reforma.

  • La emancipación de los villorrios

  • De la improvisación al planeamiento

  • La revolución del crédito

  • La solidaridad social por la justicia

  • La defensa del capital humano

  • La educación al encuentro del educando

  • La conquista del Perú por los peruanos.

La declaración de principios –al igual que el
Ideario– encierra un profundo sentido patriótico,
una concepción diferente de hacer Patria, su contenido
confirma la calidad de
visionario y la talla política de Fernando Belaunde Terry,
un estadista que se adelantó a su época. En la
declaración de principios encontramos: la defensa de la
democracia como forma de gobierno, la libertad irrestricta y
defensa de los derechos de los peruanos, la igualdad de
derechos del hombre y de la mujer, el
Estado al servicio de los peruanos, la defensa de los derechos de
los trabajadores, la propuesta de niveles de vida adecuados para
todos los peruanos, la descentralización económica y
administrativa del país, el derecho a la educación y el
rechazo a toda forma de imperialismo.

Así surge la ideología de Acción Popular,
con una concepción que fue combatida y denostada
ferozmente por nuestros adversarios políticos, quienes
sostenían que las ideologías debían ser
obligadamente universales, mientras que para nosotros el
Perú es lo primero. Acción Popular fue entonces el
primer partido político que formuló de manera
original su concepción filosófica, a la que
llamó: El Perú como Doctrina. La
consistencia y coherencia del ideario y de la declaración
de principios es tal, que aún en nuestros días se
puede formular observaciones quizá más en lo formal
que en lo sustantivo.

Acción Popular se consolida sobre la base de una
organización partidaria democrática, en la que
participan activamente sus militantes a través de los
comités ejecutivos sectorales, distritales, provinciales,
departamentales, nacional, y de sus órganos de
gobierno.

Desde su fundación hasta la hora actual, Acción
Popular ha llegado dos veces al gobierno, a través del
voto directo, secreto y universal. La ejecutoria del partido se
distingue por haber puesto en práctica lo que
propugnó en su ideario, desarrollando una obra colosal que
transformó el aparato productivo del país.

Junto a FBT han destacado grandes peruanos, hombres de partido
que han legado lecciones inolvidables de civismo y patriotismo
para las generaciones de hoy y del futuro. A la juventud del 56
en la distancia, la vemos marchando con orgullo y
convicción política, concibiendo la herramienta
fundamental que es Acción Popular y haciendo andar su
aparato político.

Recreo en mi imaginación, la gran manifestación
pública que se dio en la Plaza de Acho, con motivo
fundacional el 7 de julio de 1956. Estoy entre la multitud, y a
mi alrededor, hay cientos de entusiastas peruanos venidos de
diversas localidades. Veo mucha gente humilde y en sus ojos puedo
divisar destellos de esperanza, que al igual que yo, están
dando vítores por el histórico momento. Estamos
fundando Acción Popular. Con mucho entusiasmo, esperamos
escuchar los fervorosos discursos de
Sandro Mariátegui, Matilde Pérez Palacio, Celso
Pastor y Fernando Belaunde Terry. Entre la concurrencia puedo
distinguir a Violeta Correa, Javier Alva Orlandini, Eduardo
Orrego Villacorta, Julio César Quintanilla, Javier Velarde
Aspíllaga, Mario Villarán, José Carlos
Martín, Miguel Dammert Muelle, Carlos Pestana, Manuel Arce
Zagaceta, Fernando Seminario,
Alfonso Mendoza, Enrique Madge, Ricardo Monteagudo, Edgardo
Ochoa, Julio Biondi, Carlos Cabieses, Jorge Díaz
León, Rosa Estrada, Luis Gutiérrez, Fernando
Schwalb, Víctor Medina Calderón, Luis Roel, Jaime
Chennefusse, Luis Pércovich, Francisco Belaunde, Octavio
Mongrut, Javier Díaz Orihuela, Alfredo Chunga, Edgardo
Seoane, Juan León Escurra, Alberto Negrón, Pedro
Del Castillo, Ernesto Ocampo, y a otros distinguidos
correligionarios, que han concurrido de todo el Perú.

Todos estamos eufóricos. En nosotros hay esperanza,
nuestros corazones laten fuerte, como el viento que agita los
verdes pastos, cual caballo árabe que corre en libertad
sobre la arena, como un cóndor quizá que domina el
cielo azul o como delfín que surca con maestría las
olas del mar. Todos mutuamente contagiados con emocionados
gritos, esperando que el eco de nuestras voces sea escuchado en
los años venideros, para que las nuevas generaciones tomen
la posta y hagan grande Acción Popular: Instrumento
democrático, creado para el Perú y por peruanos de
buena voluntad.

Ya han hecho uso de la palabra Sandro Mariátegui,
Matilde Pérez Palacio y Celso Pastor; Ramírez Lazo
está anunciando a Fernando BelaundeTerry quien
pronunciará el discurso de cierre. Las exclamaciones de
aprecio se dejan escuchar, hacemos hurras, lanzamos papel picado,
suenan las matracas, tambores y silbatos, las trompetas se erigen
hacia el cielo, cunde la emoción, los niños son
cargados por sus padres, saltan los jóvenes, los ancianos
se apoyan en otros para poder mirar mejor.

La algarabía es general, la gente grita ¡Belaunde
Libertad¡ ¡Belaunde Juventud¡ Vibra Acho, vibra
el Perú. Belaunde ha empezado a hablar. Su mensaje
encierra un profundo sentido patriótico, lanza frases que
hoy son célebres, todas llenas de nacionalismo.
La masa le interrumpe constantemente para mencionar su nombre y
proféticamente dicen ¡Belaunde Presidente¡ El
arquitecto quiere terminar su discurso, pero la multitud se
aferra y le pide que continúe. El pueblo está
hechizado con el mensaje que llega a lo más hondo de los
corazones y del entendimiento.

Es que se oye un discurso diferente, FBT no habla de socialismo, ni de
marxismo, sino
de las enseñanzas que ha recogido de la historia del
Perú antiguo, de sus vertientes culturales diversas, de
sus anhelos comunes, en suma, del Perú Como
Doctrina.
La jornada es espectacular, vibrante y
emocionante. Os confieso que evocar la memorable jornada del
Congreso Fundacional me da vitalidad y acrecienta mi orgullo de
ser acciopopulista; de forma tal, que a mi vez puedo decirles:
Estamos en el camino correcto, estamos en el Camino de
Belaunde.

1.2.- Grandeza nacional: Mandato ancestral

La grandeza nacional que nos confiere el orgullo de ser
peruanos está en nuestra historia. Según
Cicerón, la historia enseña y -en nuestro caso- lo
hace a través de nuestras tradiciones, de la memoria que
guardamos sobre nuestro pasado y de la experiencia que hemos
acumulado a través del tiempo, este es el cimiento de las
convicciones políticas,
éticas y religiosas con que podemos mirar el futuro.

El legado cultural que recibimos de nuestros ancestros
está por doquier. Se halla en nuestra visión andina
del mundo, en el conjunto de ideas, creencias y valores que
orientan nuestros actos; y lo vemos materializado, al mismo
tiempo, en la magistral obra vial, hidráulica,
arquitectónica, de creación tecnológica y
artística alcanzada. "El ayer habla al ahora" y
nos trasmite las formas eficaces y eficientes de hacer las cosas.
En muchos sentidos, es bueno volver a recorrer lo que se ha
trajinado, ya que así es cómo se recoge el
cúmulo de la experiencia.

El mandato ancestral está en la Ley de la
Hermandad, que establece la ayuda mutua como estrategia de
sobrevivencia y realización. Es a través de esta
Ley de Hermandad que los antiguos peruanos consiguieron superar
los obstáculos de la agreste geografía andina. El
esfuerzo colectivo y la reciprocidad permitieron desarrollar
obras que hoy mismo asombran al mundo por su magnitud y
excelencia.

A la luz de estos antecedentes, es contradictorio que el
Perú contemporáneo no haya encontrado aún el
rumbo para salir del subdesarrollo
en que se encuentra, simplemente porque actuamos disociados y
porque no guardamos el mínimo respeto por los
derechos y deberes ciudadanos. Esto es lo que sucede cuando se
anteponen los intereses personales por sobre el noble interés de
hacer Patria.

El mandato ancestral está también en la
observancia de la tradición planificadora, conforme a la
cual no deberíamos actuar de manera improvisada, sino
poniendo mente y corazón en
la previsión de las condiciones necesarias para que opere
un Estado de servicio. Hay tareas cuyo sostenimiento compromete,
en particular, una planificación de Estado, entre ellas
están la integración territorial y la
consolidación de la sociedad de la triple plenitud, que
comprende la libertad plena, la justicia plena y el
abastecimiento pleno.

Conforme al mandato ancestral, es imperativo que podamos vivir
en paz, y que construyamos una nación,
donde hombres y mujeres tengan las mismas oportunidades, una
nación en la que los niños disfruten de su
inocencia y del derecho a crecer sanos y fuertes, con las
oportunidades necesarias para desarrollar sus potencialidades.
Esos niños de hoy, son los jóvenes y adultos que
mañana tendrán la responsabilidad de seguir
construyendo la patria con esperanza y sin frustraciones. El
mandato ancestral nos grita que seamos una gran nación
donde reine la justicia social.

Fundamentos
ideológicos

Todo Partido político que se precie ser tal debe tener
una ideología. A través de la ideología se
establece la sociedad ideal que se aspira alcanzar, y es esta
concepción la que proporciona el marco de
orientación para la acción política.

A diferencia de otros partidos, Belaunde se inspiró en
nuestra propia Patria. "Pocas naciones en el mundo tienen el raro
privilegio de contener en su propio suelo, la fuente
de inspiración de una doctrina, el Perú es una de
ellas (Belaunde, 1956)".

El Perú como Doctrina constituye una ideología y
como tal debemos estudiarla, al hacerlo damos valor a
nuestra historia, nuestra peruanidad. Al hacerlo nos reconocemos
a nosotros mismos, es decir, afirmamos nuestra identidad y
nuestra unidad posible en la diversidad.

Grandes maestros, ilustres peruanos como Francisco
Miró-Quesada Cantuarias, Jorge Díaz León,
Felipe Alarco, entre otros, han estudiado y sistematizado
filosóficamente el pensamiento ideológico y
programático del Arquitecto Fernando Belaunde Terry.

2.1.- La ideología

Es la fundamentación de la praxis política y,
según el filósofo francés Destutt de Tracy,
es la ciencia de
las ideas. En nuestros días, se dice que la
ideología "es el conjunto de principios, valores y
normas
ético-sociales, que orgánica y racionalmente
sistematizados, sirven para orientar, fundamentar y explicar la
acción política".

2.2.- Partes de una ideología:

Toda ideología, consta de tres de partes:

  • La sociedad ideal que se aspira alcanzar.

  • La comparación entre la sociedad ideal y la
    sociedad real.

  • La precisión de los cambios que deberían
    efectuarse en la sociedad real, para poder llegar a la
    sociedad ideal.

2.3.- Métodos de
construcción ideológica

Podemos decir que existen dos métodos:

  • El Filosófico-Deductivo, que se caracteriza por
    construir una teoría, que por su propia naturaleza
    suele ser relativamente abstracta y especulativa. El problema
    aquí emerge cuando se adoptan modelos pensados para
    otras realidades y que en nuestra situación concreta
    resultan impertinentes, tal como ocurre con los partidos
    políticos cuyas doctrinas se basan en
    ideologías europeas.

  • El Científico- Inductivo, que parte de aspectos
    concretos de la realidad de cada país y que avanzando
    en un proceso de encadenamiento, de la parte al todo, hace
    posible reconocer la vinculación entre la realidad y
    la teoría. Aquí se busca aprender de la propia
    realidad, para establecer las posibilidades de
    solución de sus problemas.

El Perú como
Doctrina

De la historia, tradiciones y geografía del Perú
podemos desprender enseñanzas diversas, de tipo
político, social, económico y ético.
Acción Popular apoya su praxis política en tales
enseñanzas, las mismas que fundamentan sus programas y
planes de gobierno. "No olvidemos que el Perú es una
Patria antigua y que a lo largo de su vida milenaria ha dado
muestras de eficacia, ha
enfrentado victoriosamente a desafíos gigantescos"
(Fernando Belaunde 1956).

"El Perú como Doctrina, es la tesis de que
la historia y la tradición del pueblo peruano deben ser
fuente de inspiración de la acción política"
(Miro Quesada 1966)

3.1.- Características del Perú como
Doctrina

  • Situacional. Se inspira en el estudio e
    interpretación de la realidad social,
    económica, cultural, etnohistórica y
    arqueológica del Perú.

  • Nacionalista. Proclama que la inspiración
    para resolver los problemas nacionales debe ser hallada en la
    realidad misma del Perú.

  • Inductiva. Su razonamiento lógico va de la
    propia realidad social, económica, cultural e
    institucional hacia la explicitación de principios
    generales y orientadores.

  • Abierta. Recupera aportes de nuestra historia y,
    al par, se nutre de influencias universales saludables y
    asimilables.

  • Integradora. Busca asegurar un diálogo
    productivo, esto es constituir un puente entre la cultura
    andina y la occidental.

  • Humanista. Sitúa en primer lugar el valor
    de la dignidad humana, la del pueblo peruano, y por
    consiguiente la de todos los hombres. Es valor se constituye
    en el fin primordial y último de toda acción
    política, económica y/o social, conforme al
    principio "autotélico". Por eso se opone radicalmente
    a todo tipo de opresión, dictadura,
    explotación, racismo y discriminación entre los
    hombres. La vocación humanista del Perú Como
    Doctrina le confiere carácter de universal.

  • Democrática. Asume el ideal de la sociedad
    justa, aquella en la cual las jerarquías son
    funcionales y se establecen mediante una representatividad
    legítima de toda la colectividad ( Villata 2002).

3.2.- La Doctrina del Perú.

En 1956 Fernando Belaunde Terry, puntualizó, no
beberemos de ninguna fuente ideológica internacional,
leeremos el mensaje de la historia, huaquearemos las
enseñanzas en las tumbas y con esas enseñanzas
forjaremos nuestra ideología que se sintetizará en
la frase: El Perú como Doctrina.

¿Qué enseñanzas se ha encontrado leyendo
el mensaje de la historia? FBT y los ideólogos de
Acción Popular han encontrado las siguientes
enseñanzas:

  • Principios de carácter
    ético
    :

Laboriosidad, veracidad y honestidad. Estos
principios se expresan a través del culto al trabajo en la
vida diaria, de la correspondencia a establecer entre la
razón y los hechos, y de la rectitud e integridad a
imprimir en todos los actos.

La Ley de la Hermandad. Es luz que nos guía
por el camino de la justicia. Nos impele a hacer nuestros los
problemas de los demás y a trabajar en conjunto por
resolverlos. Constituye la alternativa acciopopulista a la lucha
de clases del marxismo y al egoísmo liberal.

Principios de carácter socioeconómico:

Trabajo pleno. El sistema debe ser capaz de ofrecer
seguridad
ocupacional a todos los miembros de la colectividad. El estado
está obligado a velar por el bienestar social mediante la
democratización de las oportunidades de trabajo.

Equilibrio hombre-energía. La energía
es para el desarrollo industrial como el oxígeno
para la vida, por lo tanto es tarea prioritaria superar todo
riesgo o
limitación que derive de un déficit
energético. No basta cubrir la demanda, es necesario tener
una razonable reserva de energía que nos preserve de
cualquier riesgo.

Abastecimiento pleno. Es posible si existe una
economía de la abundancia y una
ética del abastecimiento. La ética del
abastecimiento obliga moralmente a distribuir los bienes en
forma equitativa con el objeto de lograr la realización
integral del hombre. La economía de la abundancia depende
de la producción (ecuación tierra agua).

Libertad plena. A semejanza del ayllu
prehispánico que permitió la práctica de una
democracia social y económica, la sociedad deseable es
aquella que nos permita una vida libre de miseria y un orden con
libertad de creencias religiosas y libertad de
expresión.

Equilibrio hombre-información. En estos
tiempos en que el conocimiento es un capital de primer orden,
resulta indispensable asegurar el acceso a la información
por todos los medios posibles. Es preciso que nuestro país
esté en condiciones de participar en las redes globales
del conocimiento y de gestar en ellas los espacios propicios para
el desarrollo individual y colectivo de sus ciudadanos.

Principios de carácter sociocultural:

Interculturalidad. Nos orienta a tomar conciencia de
la pluriculturalidad de nuestro país, para subsanar el
desgarramiento inicial que se polariza en dos extremos igualmente
cuestionables:

  • Un hispanismo negador de lo nativo.

  • Un indigenismo recusador de lo occidental.

Manejo territorial. Se expresa en la conciencia
geográfica.

  • Valoración del territorio

  • Humanización del territorio

  • Atención al territorio en la configuración
    de planes futuros

  • Identificación de los retos y dificultades que
    plantea la configuración del territorio.

Principios de carácter
político-administrativo:

La planificación. En la escena
contemporánea se observa cómo la
planificación ha sido puesta en la orden del día.
Desde la Revolución
Rusa, el mundo ha otorgado a la planificación un rol
importante en el manejo de la economía, pero esto no es
completamente nuevo para nosotros. Si revisamos la historia
peruana, conforme al mensaje de nuestro jefe y fundador, el
arquitecto Fernando Belaunde Terry, acogiendo el análisis
prolijo de nuestro ilustre filósofo el Dr. Francisco
Miró-Quesada Cantuarias, encontraremos que la palabra
planificación era familiar para el Perú antiguo en
su esencia y en su acción. En este sentido, como peruanos
y acciopopulistas, asumimos la importancia de hacer esfuerzos
sistemáticos en orden al diseño
coherente de los propósitos, objetivos,
políticas y estrategias básicas para desarrollar
nuestro país.El estado de servicio. Nuestro
ideario inspirado en la historia postula un Estado
democrático que promueva el desarrollo y la
economía nacional; con fuerte énfasis en:

  • Desarrollo de la infraestructura

  • Justicia

  • Seguridad

  • Salud

  • Educación

  • Seguridad social

  • Crédito y fomento

  • Integración.

  • Equilibrio hombre-tierra.

Todas estas enseñanzas fundamentan la praxis
política de Acción Popular (Diaz León
1992).

3.3.- La sociedad ideal en "El Perú como
Doctrina"

"El Perú como doctrina" tiene como meta suprema la
sociedad justa, que es aquella donde reina la justicia.
Habrá justicia cuando exista trabajo pleno,
abastecimiento pleno y libertad plena, es decir, cuando logremos
establecer la sociedad de la triple plenitud.

Nuestra Ideología, reclama justicia para todos los
peruanos a través de:

  • La tierra que sustenta

  • El techo que cobija

  • La libertad que ennoblece

  • La educación que libera.

La Justicia es uno de los valores éticos más
elevados. Para grandes filósofos la Justicia es la reina y
señora de las virtudes, para otros es un valor esencial en
el funcionamiento del Estado. El "Digesto" romano contenía
la siguiente definición: Justicia es la perpetua y
constante voluntad de dar a cada uno según su derecho.

Para alcanzar la justicia no se debe olvidar algo tan
importante como el aspecto moral. Es menester rendir culto a la
verdad, a la honradez y al trabajo. Estos principios iluminan el
camino que lleva hacia la justicia.

3.4.- La conquista del
Perú por los peruanos

Es una filosofía de desarrollo que se sustenta
en:

  • La tradición hidráulica

  • La tradición vial

  • La tradición planificadora

  • La ayuda mutua

La conquista del Perú por los peruanos empezó
siglos atrás. Un ejemplo relevante es la conquista de las
plantas.

Los antiguos peruanos domesticaron 80 especies vegetales

  • alimenticias

  • medicinal

  • industrial

  • estimulantes

3.5.- Programas con sustento en los principios del
Perú como doctrina:

La ideología del Perú como doctrina se refleja
en los programas nacionales implementados en los dos gobiernos
constitucionales de Fernando Belaunde Terry.

  • La ley de la hermandad, inspiró el Programa
    Nacional de Cooperación Popular.

  • La libertad plena, se tradujo en la irrestricta libertad
    de prensa.

  • La participación plena, fue el eje de la permanente
    defensa de la democracia.

  • El mestizaje de la economía, concepto manejado en
    el fortalecimiento financiero del Estado y del Banco de la
    Nación.

  • Las 5 Cs del desarrollo, estuvieron presentes en el
    conjunto de la infraestructura desarrollada:

  • C, canales (con los que se incrementó la frontera
    agrícola)

  • C, caminos (que consolidaron una gran red vial
    nacional)

  • C, cables (que fueron parte importante del programa
    nacional de electrificación)

  • C, casas (meta central del programa nacional de vivienda y
    de la creación del Banco de Materiales)

  • C, colegios (cuya construcción fue componente
    básico del Programa Nacional de Educación)

  • La ecuación hombre-tierra-agua, se tuvo en mente
    para planificar y desarrollar el incremento de la frontera
    agrícola, así como el Programa de Nacional de
    Irrigaciones.

  • La conciencia geográfica, fue el marco de
    acción en la colonización de la selva, la
    marcha al este y la epopeya de la tierra.

3.6.- Tareas pendientes:

Hay un conjunto de tareas pendientes que se espera consolidar.
Entre ellas, no podemos dejar de mencionar:

  • La revolución Azul (manejar nuestro mar como fuente
    invalorable de riqueza)

  • Integrar al país con la infraestructura vial

  • Teñir de verde el arenal

  • Desarrollar el modelo económico del mestizaje de la
    economía

  • Revelar la Patria a sí misma

  • Establecer la justicia plena

  • Continuar con la epopeya de la tierra, para dominar la
    naturaleza desafiante

  • Desarrollar la C de comunicaciones (Las telecomunicaciones
    en la conquista de los peruanos)

  • Desarrollar la C de conocimiento (La ecuación
    hombre-conocimiento)

  • Desarrollar la C de conservación de la
    ecología.

  • Consolidar la alianza generacional (Ley de la
    hermandad)

  • Elevar el autoestima del peruano (la conquista del peruano
    por el peruano)

  • Restituir en las políticas de Estado, las cuales
    actualmente están quebradas:

  • La tradición hidráulica

  • La tradición vial

  • La tradición planificadora.

  • La valoración del capital cultural de la
    nación

  • La formulación de un Plan de Desarrollo
    Nacional.

Belaunde
vive

Dejemos que sea el propio arquitecto Belaunde quien nos
exponga su visión optimista del Perú y su destino.
No será difícil apercibirnos que necesitamos de esa
cuota de sabiduría para planificar el futuro del
país. Su obra y pensamiento permanecen incólumes a
pesar del tiempo. Por eso podemos decir con absoluto
convencimiento: ¡Belaunde vive!

4.1.- Perú: Reto y Promesa

Escribe FERNANDO BELAUNDE TERRY

Hay distintas maneras de encarar el futuro. Unos lo ven con
pesimismo o preocupación magnificando la gravedad del
desafío. Nosotros, sin desconocer los riesgos del
porvenir, lo encontramos venturoso para el Perú.
¿En qué nos basamos? En la obra de Dios que nos ha
dado una geografía que va de los extremos de la aridez de
la Costa a la saturación del llano amazónico que, a
increíble altitud, coloca las cumbres andinas, que, en los
valles profundos nos brinda la acogedora belleza del hábitat
serrano. Pero, pese a todos nuestros problemas, destacamos
también la obra del hombre, creativa, tenaz y, a veces,
heroica o genial. Por mucho que nos demande el futuro, debe
prevalecer nuestra gratitud al Altísimo y al esfuerzo
humano a través de los tiempos.

Es importante destacar las variadas atracciones del
Perú. En la Costa, Tumbes marca el fin de
la fertilidad tropical y el comienzo de la aridez. Piura se
muestra con su gran vigor económico. En Talara la
presencia del petróleo en el subsuelo y en el mar le dan
especial significación. El puerto de Paita está
lleno de recuerdos. Los días postreros de Manuelita
Sáenz. El agua
bautismal de Grau, Caballero de los Mares. La leyenda del puerto
inspira la pluma de Ricardo Palma. Lambayeque
ofrece lugares extraordinarios como Pacatnamú y, en la
Huaca Rajada, la tumba del Señor de Sipán, para no
hablar de Batán Grande y el Purgatorio ya tan
conocidos.

Chan Chan, es la gran atracción de La Libertad.
Constituye un hito en planificación urbana. Es el trazo de
la gran metrópoli debidamente articulada, para ejercer
amplia influencia regional. Trujillo es su digna heredera.
Chimbote la gran capital pesquera del Perú y, más
remotamente, de antiguas culturas con restos impresionantes en
Nepeña. Sobrevolamos, en Lima por demás demasiado
conocida, las huacas de Maranga y los graneros de Cajamarquilla.
Más al sur la misteriosa silueta de Pachacámac,
ciudad de peregrinos.

Ica es un cofre de distintos tesoros. Necrópolis de
Paracas. Líneas de Nazca, con sus misteriosos
interrogantes. Más al sur, Arequipa, ubicada en la
vertiente del Pacífico, antes de cruzar las cumbres, nos
ofrece el característico mensaje de la arquitectura
mestiza, de extraordinaria creatividad.
Tacna y Moquegua mantienen su señorial
tradición.

En cuanto a la Sierra, hay que llegar a sus pueblos con
monumentales abras o pasos en la cordillera. El más bajo
de ellos, el de Porculla con 2,144 mts. y, a mayor altitud, el de
Ticlio a 4,800 mts., que alcanza acrobáticamente la
más alta línea férrea del mundo.
Paralelamente aparecen los pongos para entregar las aguas a la
Selva en Manseriche, Aguirre y, más allá, Mainique
y Cóñec. Hermosas ciudades y pueblos como
Cajabamba, Cajamarca, Huamachuco, Huancayo, Izcuchaca, Ayacucho y
muchas más aparecen en los valles interandinos y las
cumbres. Grandes emociones
experimentamos en Huánuco Viejo, centro urbano de
penetrante vibración cultural. Y no menor es el impacto en
Marcahuamachuco, una arquitectura radicalmente distinta, pues no
es de origen incaico. Tiene la ciudad en la cumbre un cierto
sabor de monasterio medieval. Finalmente, el Lago Sagrado nos
muestra los misterios del
Altiplano…Y, dominándolo todo, con su resplandor
imperial, "como una estrella en la noche del continente" Cuzco,
cuya luz no se apaga y sus fuentes
cristalinas no se interrumpen.

En mis largos viajes por la
cordillera a lomo de bestia, nada me impresionó más
que el Farallón de Llata. En realidad, tuve que desmontar
para ascender por estrechos vericuetos, en un inmenso corte
vertical. Aguas abajo, mirábamos al río que se
hacía cada vez más profundo. Resistíamos el
vértigo que esta hondura producía. Finalmente,
llegamos arriba y poco después recibimos la hidalga
acogida del pueblo. El calor de la
recepción compensó plenamente el pavor de la
ascensión. Los días siguientes nos llevaron, a
través de la cumbre, para deleitarnos en el templo
preincaico de Chavín.

Pero, no es esto todo. A lo largo del territorio están
las pruebas del
esfuerzo del hombre. En represamientos desde Poechos en el Norte
hasta Condoroma en el Sur, muestran el afán por mejorar el
riego. Allí están Egidos, Gallito Ciego, Tinajones,
en el Norte. Y, en el Sur, en Choclococha, Pañe, El Fraile
y Aguada Blanca, se añaden esfuerzos más recientes
como el de Pasto Grande en Moquegua. ¿De dónde
viene el estímulo? Del desafío geográfico.
Lo comprobamos. Habíamos dejado el gobierno. Salimos a
descansar al Callejón de Huaylas, tan lleno de encantos.
Muy de mañana recorrimos la trocha que se eleva, entre
nevados, hasta la Laguna de Llanganuco, esmeralda espejo de agua.
Allí reposamos al pie de los Quinoales, el árbol
que renueva constantemente su corteza, fertilizando el suelo.
Árbol del Altiplano, creador del microclima que significa
mucho para el desarrollo de aquella región.

Y, en la era eléctrica, su implantación, en
más de un siglo, nos ha dado diversas centrales
hidroeléctricas y no hace mucho tiempo la del Mantaro, que
inicia la interconexión destinada a cubrir el país.
Centrales como la de Machu Picchu, Charcani, Aricota, Cahua y
tantas otras, dan idea del esfuerzo modernizador. Es admirable el
empeño minero. Cuando construimos Tintaya los aportes
peruanos, las ideas brotadas del suelo andino, fueron tan
importantes como la moderna tecnología
foránea empleada en esa consagrada obra.

Las andenerías, esas fértiles terrazas de la
cordillera, siempre me impresionaron como un mensaje eterno del
pasado. Poéticamente las admiré en la refinada
Písac.

Monumentalmente, el impacto lo recibí en el desarrollo
infinito de las andenerías de Sandia, en Puno.
¿Quién podrá olvidar un mensaje de esfuerzo
y creatividad que está esculpido en las cumbres?

Obras portuarias de envergadura como las del Callao, Paita,
Salaverry, Chimbote, Pisco, Matarani e Ilo, dan una idea del
desafío enfrentado por el hombre. Y
no es menos admirable, el estímulo a la navegación
fluvial y lacustre, en el extraordinario Altiplano que
compartimos con Bolivia. Y, en
cuanto al desafío de la aviación, debemos reconocer
que nos ha dado muchos aeropuertos. Uno, el de Lima, a ras del
mar, lleva el nombre de Jorge Chávez, nuestro visionario
de la altura, precursor de la era espacial. El otro, en lo alto
del Lago Sagrado, lo bautizamos con el nombre de Manco
Cápac que, legendariamente, surge de sus aguas. El
aeropuerto de Juliaca, a 3,800 mts. de altitud, es el terminal
comercial más largo del mundo. ¡La pista asfaltada,
que nos tocó construir, llega a los 4,400 mts. de
longitud! ¡El siglo XIX nos dio el ferrocarril más
alto del mundo y el XX el más largo trampolín al
infinito! Se juntan en el recuerdo el mártir de la altura
y el forjador de la grandeza andina.

En el orden vial partiendo de los Caminos del Inca llegamos
hasta las supercarreteras con un enorme desafío aún
por cumplir. La Marginal de la Selva, ha logrado duplicar la
frontera
agrícola.

La grandeza del pasado que ha dejado huellas en todo el
territorio y, especialmente en la región del Cuzco, nos
habla en el lenguaje de
la piedra. Machu Picchu, rescatada casi intacta, desbrozada la
vegetación que la cubría, da una
medida irrefutable del nivel alcanzado en la concepción
urbana. Y, en la Costa, las líneas de Nazca
insinúan una profunda inquietud geográfica
aún no plenamente esclarecida.

Hay mucho que admirar en el Perú. La belleza
indescriptible del Callejón de Huaylas. El amanecer
misterioso en Tres Cruces, cuando desde la montaña se
observa la gran planicie selvática con sus ríos que
parecen brochazos de plata. En Huacachina disfrutamos en el
desierto costero del calor del oasis. En Arequipa un anfiteatro
de montañas, con la cumbre del Misti, entornan la Ciudad
Blanca, de gran atractivo y de rebelde historia.

En el Perú, hay mucho que admirar, mucho que estudiar e
investigar. Es obra de Dios, pero también de los hombres.
Siempre fue un desafío y ahora que el mundo multiplica sus
recursos, se yergue como la gran tarea de nuestro tiempo. Las
nuevas generaciones tienen la palabra.

4.2.-Un Espíritu Constructor

Las veces que el Arq. Fernando Belaunde Terry ejerció
la más alta magistratura, desarrolló proyectos de gran
envergadura que literalmente transformaron el Perú.

Integró a muchos pueblos a través de nuevas
vías de comunicación, entre las que resaltan la
Marginal de la selva, y diversas autopistas como la de
Lima-Cañete, Lima-Huacho, la Ramiro Prialé,
inicialmente llamada Ricardo Palma, carreteras de
penetración y trochas carrozables en diversas regiones del
país. Modernizó la Panamericana, la Longitudinal de
la Sierra, el tramo Lima-Pucallpa, y la Vía de los
Libertadores. Su gobierno habilitó el Ferrocarril
Central,

Buscó cobijar a miles de peruanos bajo un techo digno,
para lo cual implementó el Programa Nacional de Vivienda,
resaltando la construcción de complejos habitacionales
como San Felipe, Limatambo, San Borja, Santa Rosa.
Concluyó las unidades vecinales de Matute, Mirones, el
Rímac y Santa Marina, Caja de Agua, Condevilla, Julio C
Tello, Marbella y otras similares, de concepción
descentralista, fueron construidas en provincias. Los
instrumentos que hicieron posible estos complejos fueron el
Banco de la
Nación, el Banco Central Hipotecario, y las Mutuales de
Vivienda.

En el campo energético, Fernando Belaunde
estableció la columna vertebral del Perú, para lo
cual construyó el Complejo Hidroeléctrico del
Mantaro, la Central de Machu Picchu, la Ampliación del
Cañón del Pato, Aricota I y II, así como
pequeños sistemas
energéticos. Se construyó la Refinería de la
Pampilla, y se hicieron exploraciones, que llevaron a descubrir
el gas de
Camisea.

En el campo portuario, construyó los puertos de Paita,
Pisco e Ilo; modernizó el del Callao y amplió los
de Chimbote, Matarani, Salaverry, Pacasmayo, Supe, Chancay y
Huacho.

Multiplicó los aeropuertos, construyó el
Aeropuerto Jorge Chávez, estableció los planes A y
B, para reconstruir y construir los de Tarapoto, Puerto
Maldonado, Tingo María, Juliaca, Ayacucho, Cajamarca,
Cuzco, Andahuaylas, Rioja, Pucallpa, Tumbes y Huánuco. Dio
inicio a la construcción del Aeropuerto de Iquitos.

Calmó la sed de muchas tierras sedientas, para lo cual
construyó las represas hidráulicas de Tinajones,
Pañe, Aguada Blanca y la Del Fraile, Gallito Ciego, Majes,
Chira-Piura, realizó los estudios de Chavimochic, Olmos,
Pasto Grande, etc.; así como pequeñas y medianas
represas de irrigaciones en diversos departamentos del
Perú, con sus respectivos canales. Teñir de verde
el arenal era su deseo.

Acercó la educación al educando, construyendo
miles de aulas a lo largo y ancho del Perú. Buscó
dignificar al magisterio e incrementar el gasto
público, dio la primera Ley del Magisterio, en la cual
se reconocía a la docencia como
carrera pública y se garantizaba la estabilidad en el
cargo, el derecho al ascenso y a percibir una remuneración
justa. Creó la Derrama Magisterial que actualmente tiene
inmuebles valorizados en 792 millones de soles, y
reconoció el derecho de los maestros a sindicalizarse.
Consagró la gratuidad de la enseñanza y descentralizó la
política educativa creando las Direcciones Regionales.

Fomentó el cuidado de la salud, para lo cual se
construyó de manera descentralizada hospitales centrales y
regionales, postas médicas, postas sanitarias, destacando
los hospitales de Neoplásicas y María Auxiliadora.
Se impulsó la medicina
preventiva.

En el sector de las telecomunicaciones, inspirado en la
ecuación hombre=información, construyó las
estaciones terrenas de Lurín y Sicaya, dando un gran salto
en la
comunicación vía satélite.

Cabe resaltar que también impulsó reformas
profundas, fundamentalmente en el campo tributario, financiero,
laboral,
sindical, legal, agrario, industrial, marítimo, fluvial,
tecnológico y económico, que en esta oportunidad no
mencionamos.

Felizmente, el juicio de la historia nos muestra una imagen
cada vez más ajustada a los grandes méritos de
estadista alcanzados por el fundador de Acción
Popular.

4.3.- Recordando a Belaúnde Terry

Por: César Hildebrandt

No fui justo con Fernando Belaúnde Terry. No fuimos
justos. No le perdonamos nada.

Y ahora que la política peruana parece a veces un
muladar, es bueno recordar lo mejor del legado de
Belaúnde: su probada honradez, su incapacidad para la
rapiña.

Belaúnde murió en un departamento de 50,000
dólares que, años atrás, había
comprado Violeta Correa, la compañera de toda la vida.

Belaúnde había vendido su casa de Inca
Rípac, en Jesús María, y había hecho
lo mismo con su departamento playero en la playa La Honda. Parte
de ese dinero se lo
había ido gastando en pequeños gustos y con lo que
quedó -más la ayuda de algunos populistas-
había accedido a un departamento mesocrático,
amoblado sin ninguna demasía.

Pero pasada su segunda presidencia, más que
octogenario, vendió esa última propiedad,
obtuvo por ella 90,000 dólares y repartió ese
dinero entre sus tres hijos. Sabía que la muerte lo
había empezado a rondar.

Por esos años, Violeta había recibido una
escueta herencia. Con ese
dinero –unos 50,000 dólares- compró el piso
donde ambos vivirían lo que les quedaba de vida y donde
ella se moriría –porque la muerte siempre
es una traición- antes que Belaúnde.

Dicen que Belaúnde, jamás pensó que
sobreviviría a quien había sido la mujer que lo
sacó de la pena y lo liberó de la sonrisita
limeña. Dicen que quedó devastado y que miró
la muerte como un modo de reunirse con Violeta. En el entierro de
su mujer, el arreglo floral que le dedicó tenía
encima una tarjeta sencilla con una sola frase escrita con
caracteres de anuncio: "¡Espérame!"

De Belaúnde se puede decir que no hizo esto y que
omitió aquello, que permitió la proximidad de los
PPK y las mañas de Ulloa y las representaciones de
Rodríguez Pastor. Se puede decir también que "la
conquista del Perú por los peruanos" sonaba a campanario
antiguo y a tautología de bandera. Y hasta puede decirse
que con Belaúnde el arte de cerrar
los ojos a la realidad adquirió ribetes de tragicomedia.
Le sucedió cuando llamó abigeos a los guerrilleros
de los 60 y cuando reincidió en algún adjetivo
bandoleril en el momento en que Sendero asomó su
sangrienta pezuña.

Pero también habría que decir –y no se
dijo a tiempo, no lo supimos decir a tiempo– que
Belaúnde reivindicó la serenidad del centro, la
naturalidad del justo medio, el pragmatismo
tranquilo del sentido común. Porque este hombre de modales
pensados y hablares de lavanda, jamás fue tentado por
ningún extremo. La mesura fue su gran pasión.

Y lo más importante: Belaúnde no tocó un
centavo del tesoro público, no se hizo rico en la
Presidencia de la República, no se ensució en
contabilidades invisibles ni firmó declaraciones juradas
plagadas de mentiras.

Y hoy que la política peruana consagra la impunidad y
azuza el saqueo –desde los pollos de un pobre diablo
llamado Anaya hasta los negocios de
aguas servidas próximos a consumarse en lo de
Taboada–, hoy es preciso decirle a los jóvenes que
la política de este país supo también de
gente decente que llegó al poder sin dinero y salió
del poder sin dinero. Sin dinero pero con honor.

Y es bueno que lo escriba un periodista que fue implacable con
Fernando Belaúnde. Un periodista que hoy extraña a
rabiar esa perseverancia en el decoro que hoy agiganta su
figura.

4.4.- Respuesta a César Hildebrant

Lima, 21 de Septiembre del 2008.

Señor

Cesar Hildebrandt

Presente.

De mi consideración:

En la edición
del diario La Primera con fecha 21 de Setiembre, usted escribe un
artículo titulado "Recordando a Belaunde Terry", en el que
resalta algunas virtudes de nuestro Jefe y Fundador. Al respecto,
me permito escribirle para darle a conocer las muestras de
satisfacción de la militancia acciopopulista, por haber
escrito y difundido este artículo; asimismo, aprovecho la
oportunidad para manifestarle que en Acción Popular, las
nuevas generaciones nos hemos empeñado en transitar por el
camino de Belaunde.

Siempre recordaremos a Fernando Belaunde Terry, un ilustre
peruano, que con el alma enamorada
del Perú, luchó y buscó establecer en
nuestro país una sociedad donde reine la justicia.
Dignificó la política, recogiendo del Perú
antiguo la trilogía andina, Veracidad (No seas mentiroso),
Honestidad (No seas ladrón), Laboriosidad (No seas
ocioso). Proclamó "la proscripción de la mentira y del
robo y la proclamación del culto al trabajo, es decir,
la meta de la
ocupación plena".

Defensor insobornable de la democracia. En sus mensajes
siempre elocuentes decía "Si los partidos
políticos, sin claudicaciones, sin abdicación de su
derecho a sostener gallardamente su propio ideario y programa,
logran ponerse de acuerdo en torno a las grandes cuestiones que
interesan primordialmente a la población, se cumplirá su destino
histórico, consolidando la vida institucional de la
República, que ha de ser la base de su prestigio, de su
grandeza y de su bienestar".

Siempre reclamaba a los políticos "Conciencia limpia y
hombre de Fe". Resueltamente orientaba que es menester anteponer
los intereses nacionales a los personales y de grupos "El que se
ocupa de los negocios públicos debe renunciar a los
propios".

Transitó con perseverancia por la política
nacional, predicando "El Perú como Doctrina" e impulsando
"La conquista del Perú por los peruanos". Recibiendo a
cambio ataques implacables, incluso alguna vez fue llamado
folklórico en razón de sus ideas.

A través de estas cortas líneas, le reiteramos
al pueblo peruano, nuestro firme compromiso en seguir trabajando
con ahínco y convicción democrática, para
hacer que la política se dignifique y que cumpla a
cabalidad con el objetivo de
gobernar a favor de las grandes mayorías.

Atentamente

Mesías Guevara Amasifuen

Secretario General Nacional de Acción Popular

4.5.- FBT: Un Político con Alma

En la década del 50, surgió en
nuestro país un auténtico líder,
dueño de un pensamiento profundamente nacionalista,
democrático y revolucionario. Demostró dotes
especiales de conductor, su verbo pedagógico y elocuente
hizo vibrar a la política nacional, llevó un
mensaje de fe y esperanza por cuanta plaza pública tuvo la
fortuna de acogerlo. Ese líder nato fue Fernando Belaunde
Terry.

Desde las aulas universitarias, inició un largo camino
vico y patriótico, que lo llevó a recorrer
los pueblos del Perú profundo. En ese peregrinaje,
redescubrió para los peruanos el sentido de Patria y el
mensaje de un pueblo milenario, mantenido en el tiempo a
través de las tradiciones andinas y del legado de su
antigua civilización. Creó a partir de este legado
El Perú como Doctrina, el ideario político
que reclama la instauración de una sociedad justa para los
peruanos, y que recoge los principios relacionados con la
justicia agraria, la planificación, la tradición
cooperativista y la interculturalidad como esencia de identidad
nacional y justicia social.

En su actuación política, vemos al ser humano
que albergó en su alma un amor profundo
y sincero por el Perú, respetando a los más
humildes, para quienes desarrolló programas nacionales
como cooperación popular, vivienda, crédito, educación y salud.
Asimismo, corroboramos que soñó con un país
territorialmente integrado y desarrollado, para cuya
realización buscó consolidar y dotarle al
país con los caminos, canales de irrigación y
cables de electrificación necesarios.

Su eterna vocación patriótica y su capacidad de
pensar en proyectos de envergadura nacional, estuvieron
orientados por su profundo sentido humano, sustentado en el orden
moral, por ello expresaba "busquemos la proscripción de la
mentira y del robo"; de igual modo, proclamó con
devoción el culto al trabajo, es decir, la meta de la
ocupación plena.

Belaunde líder, afirmó categóricamente la
triada "pensamiento, palabra y acción", pues no
sólo tuvo la visión de construir un país
justo, sino que también supo expresarlo con elocuencia en
foros internacionales y en plazas públicas; pero,
además de ello, actuó, es decir, trabajó. En
memorables jornadas se le vio recorrer los villorrios del
Perú profundo, proclamando su emancipación e
inclusión. Con verdadero espíritu bíblico,
predicaba que "los últimos serían los
primeros".

A nosotros, sus compatriotas, nos demandó con lenguaje
simple y magistral, que nos aprestáramos a consolidar
nuestra identidad nacional, sobre la base de la hermandad y la
cooperación solidaria, reconociéndonos unos a otros
en nuestra naturaleza y
dignidad humana, que nos hace iguales por encima de las
diferencias o particularidades.

Defensor insobornable de la democracia, Belaunde decía:
"Si los partidos políticos, sin claudicaciones, sin
abdicación de su derecho a sostener gallardamente su
propio ideario y programa, logran ponerse de acuerdo en torno a
las grandes cuestiones que interesan primordialmente a la
población, se cumplirá su destino histórico,
consolidando la vida institucional de la República, que ha
de ser la base de su prestigio, de su grandeza y de su
bienestar".

Reclamó a los políticos "Conciencia limpia y
hombría de Fe", invocando anteponer los intereses
nacionales a los personales y de grupo: "El que
se ocupa de los negocios públicos debe renunciar a los
propios", decía.

En suma, Fernando Belaunde Terry, revaloró el sentido
de Patria y dignificó la política nacional;
actuando con las más elevadas virtudes humanas,
demostrándonos así, con su ejemplo y vida, que fue
un político con alma.

4.6.- 7 de Julio, Día de la Reafirmación
Acciopopulista

En ocasiones, escucho a dirigentes y militantes de nuestro
partido, decir que es necesario cambiar nuestro discurso. Al
escucharles les pregunto ¿Cuál debe ser el nuevo
discurso? ¿Qué mensaje debemos dar al pueblo
peruano? Nunca he recibido una respuesta clara y convincente.

Ante eso, resulta necesario proponer que releamos con humildad
nuestra ideología y el pensamiento de Belaunde. Es
importante que volvamos a leer "Pueblo por Pueblo", "La Conquista
del Perú por los Peruanos", "El Perú como Doctrina"
y el "Mensaje a todas las generaciones".

Octavio Mongrut, dilecto correligionario, que en vida se
preocupó por difundir el pensamiento de Belaunde,
editó el libro "Mensaje a todas las generaciones" que con
carácter de antología recopiló diferentes
textos o discursos, que Belaunde dirigiera no solo a los
militantes de Acción Popular sino a los peruanos en
general.

Volviendo a recorrer las páginas del "Mensaje a todas
las generaciones" encuentro en ellas el espíritu de
Fernando Belaunde Terry, que con el alma del peruano enamorado de
su Patria sigue iluminando el camino de los acciopopulistas y de
los peruanos de buena voluntad. Encuentro en ellas la
pasión de un pensamiento profundamente nacionalista,
democrático y revolucionario, encuentro en estas
páginas la reafirmación del Perú Como
Doctrina, la misma que reclama para los peruanos, la
instauración de la sociedad justa, que recoge los legados
del Perú antiguo, relacionados con la justicia agraria, es
decir, la ecuación hombre-tierra, con
planificación, tradición cooperativista y hermandad
que es esencia de la identidad nacional.

En su mensaje a todas las generaciones encuentro el orden
moral que los antiguos peruanos nos han legado, y que
categóricamente se expresa en la trilogía andina:
Veracidad (No seas mentiroso), Honestidad (No seas
ladrón), Laboriosidad (No seas ocioso). Sus palabras, que
portan profundos sentimientos patrióticos, discurren
formando proclamas de un mandato imperativo: "No es un nuevo
Perú el que reclama Acción Popular, es el viejo
Perú que despierta en su ideario, rejuvenecido y
dinámico, a tono con nuestro tiempo, pero prendido en sus
raíces a su suelo milenario". Aquí nos recuerda
porqué surge nuestro Partido. Asimismo recoge el acto
creador del pueblo a través de "el Pueblo lo hizo",
recordando que eso se logra por la cooperación popular
sustentada en la ayuda mutua. Con fe, paz y amor debemos hacer
que el Perú despierte en sus sueños y
esperanzas.

"Para que el Perú valga un Perú, es necesario
que sea más peruano", por eso surge la Conquista del
Perú por los Peruanos
, teniendo en cuenta la
conciencia geográfica, esto es la necesidad de entender
que el Perú es un país preñado de
dificultades, que "el Perú es la cordillera", y que es un
grave error ignorarlo. Los antiguos peruanos tuvieron una
conciencia geográfica, que inspiró la
tradición vial con que se empeñaron en construir la
unidad andina.

La Carretera Bolivariana Marginal de la Selva, que busca la
integración del territorio peruano y de los países
andinos, surge bajo la filosofía de la
colonización, que busca incorporar más tierras
aprovechables para el cultivo, con el reto de encontrar el
autoabastecimiento alimentario.

La revolución
del crédito, surge como respuesta a la afirmación
popular que dice "el banco, es una institución que presta
a los ricos el dinero de
los pobres". Consolida la revolución habitacional "hay que
hacer de los desposeídos pequeños propietarios",
sustentada en la hipoteca social, el Banco de Vivienda y el Banco
de Materiales.

Defensor insobornable de la democracia. "Si los partidos
políticos, sin claudicaciones, sin abdicación de su
derecho a sostener gallardamente su propio ideario y programa,
logran ponerse de acuerdo en torno a las grandes cuestiones que
interesan primordialmente a la población, se
cumplirá su destino histórico, consolidando la vida
institucional de la República, que ha de ser la base de su
prestigio, de su grandeza y de su bienestar". Establece que la
elección de los municipios sea a través del voto
directo, secreto y universal. Revalora al peruano, y por su
desprendimiento, lo llama el filántropo de la
construcción.

Propugna, que la educación vaya al encuentro del
educando, lucha contra la falta de infraestructura, busca la
dignificación del profesor y la
inclusión de las grandes mayorías en el proceso
educativo.

Partes: 1, 2, 3, 4, 5
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